Editorial TalCual, claro y raspao… por Laureano Márquez



Ese ha sido nuestro lema durante estos 15 años de vida. Un compromiso con decir lo que pensamos, moleste a quien moleste. Esto no es una despedida. Para usar el lenguaje que tan de moda ha estado en estos tres lustros: es un repliegue táctico estratégico, un por ahora, como quien dice. La edición del fin de semana continuará saliendo como de costumbre y nosotros volveremos pronto con un semanario que saldrá los días viernes con el mismo espíritu crítico, agudo e incisivo que nos ha inspirado nuestro fundador, Teodoro Petkoff, uno de los mejores seres humanos que he conocido en mi vida.

Los que aquí trabajamos lo hacemos por mística, aunque somos todos agentes de la CIA, la Agencia expropia nuestras conciencias y no paga ni medio partido por la mitad. No sé si les suena familiar… Este diario ha sido un periódico pobre, pero nunca un pobre periódico. Aunque tenemos una sola cafetera, nuestro espíritu libertario permanece siempre en vigilia. No deja de sorprender que un medio tan pequeño constituya una amenaza tan grande para un gobierno con poder ilimitado. Eso solo tiene un nombre: miedo a las ideas y al debate plural. Uno a veces solo sabe que avanza cuando los perros ladran –y muerden–, Sancho. Somos una referencia nacional e internacional de equilibrio y probablemente tenemos también el récord más grande en multas, demandas y sanciones.

Cada una de ellas es como una condecoración recibida en la batalla por la libertad de expresión en Venezuela. Esta lucha se ganará porque la razón siempre vence a la fuerza. Los pueblos que conocieron la libertad nunca renuncian definitivamente a ella.

Aquí nadie está amargado: nos encanta quedarnos sin trabajo, porque tendremos más tiempo para hacer cola en los supermercados.

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