En Plano, un suburbio de Dallas, se hacen las
papitas Frito Lay y el refresco Dr. Pepper; allí, también, nació la cadena Pizza
Hut. A ese poblado en el norte de Texas, sede de estos íconos de la cultura
norteamericana, llegó Carolina Rodrigues.
Poco después de casarse, a mediados del 2002,
dejó atrás a su familia y al valle caraqueño y empacó rumbo al Este de Estados
Unidos. Luego de obtener una maestría en Administración de Negocios, a su esposo
le ofrecieron trabajo en una consultora en Boston.
“Ya en ese momento como que las cosas en
Venezuela estaban empezando a ir medio mal”, dijo. “A mi esposo varias veces lo
robaron”.
A los tres meses de estar en Estados Unidos, a
Juan Llanos le salió un proyecto en Plano.
Cuando tocó la hora de regresar a Boston,
Rodrigues y su esposo prefirieron la calidad de vida en el área, y compraron
casa en Frisco, otro pujante suburbio un poco más al Norte.
“Después de estar un año, como que empezamos a
conocer gente, nos adaptamos superbien”, recordó.
Entre el 2000 y el 2010, miles de venezolanos
arribaron o nacieron en destinos más allá del tradicional Sur de la Florida, en
los que su presencia no llegaba al centenar.
Su multiplicación en estos lugares –en muchos
casos suburbios de grandes ciudades o en otros más remotos– refleja la
dispersión y el crecimiento en Estados Unidos de la población de origen
venezolano.
Un indicio del crecimiento en nuevas geografías,
es que en el 2000, la Oficina del Censo reportaba que había 117 ciudades,
pueblos y lugares de Estados Unidos con más de 100 venezolanos. Para el 2010,
esa cifra era el doble, cerca de 250.
Frisco y Plano son dos de ellos. A principios de
siglo la concentración de venezolanos era ínfima. Una década más tarde, cuando
los cuestionarios del censo llegaron a los hogares, se registró una población de
199 y 289 hispanos venezolanos, respectivamente; es decir, al menos el doble de
los censados en esas ciudades escribieron “venezolana” cuando se les preguntó
por su ascendencia.
Aunque Florida sigue teniendo la mayor
concentración de connacionales, la dispersión de estos a otros estados y nuevos
destinos dentro de ellos, es parte también de su perfil en este país. Se trata
de una población de familias, muchas conformadas por adultos jóvenes con
educación universitaria: 51% tiene título universitario, un nivel más alto que
el del resto de hispanos.
El grupo crece y va llevando el pabellón y el
cuatro a destinos como Nueva York y Boston, pero también al pueblo petrolero de
Bakersfield, California; la ciudad fronteriza de El Paso, Texas; y polos del
mormonismo, como Taylorsville o West Jordan, en Utah.
Comunidades en crecimiento
En los últimos 20 años, la población de
venezolanos en Estados Unidos se ha cuadruplicado. En 1990 había unos 48.000
venezolanos, en el 2000 era el doble y una década más tarde, creció aún más:
rondaba los 215.000, según cifras del censo.
De acuerdo con un estudio del Centro Hispano Pew,
con sede en Washington, hay alrededor de 259.000 hispanos venezolanos. El
análisis se basa en datos recogidos para la encuesta American Community Survey
del 2011, cuya metodología es distinta a la del censo.
Los datos no solo incluyen a los inmigrantes
venezolanos (7 de cada 10), sino también a aquellos que son considerados
estadounidenses al nacer, ya sea porque vinieron al mundo en Estados Unidos o
porque al menos uno de sus padres es estadounidense.
De los cerca de 170.000 venezolanos inmigrantes,
18 de cada 100 llegó antes de 1990. La década de los noventa fue testigo de un
aumento significativo de criollos en la tierra del tío Sam: 28 de cada 100
emigró en ese periodo.
Después del 2000, está una segunda ola, que
representa un porcentaje mayor al de todos los años anteriores: 54 de cada 100
venezolanos habían llegado hasta el 2011. De ellos, 35 de cada 100 arribó entre
el 2000 y el 2005, y 19 hasta el 2011, según el perfil del Pew.
Las cifras indican que la emigración venezolana
más arriba del Río Bravo es un fenómeno reciente.
“Alrededor de 8 de cada 10 venezolanos que
emigraron de Venezuela llegaron a Estados Unidos en 1990 o después”, concluye el
informe del Pew publicado en junio de este año.
Nuevos destinos
Al graduarse de odontóloga en la Universidad
Central de Venezuela en el 2006, María Gabriela Pérez se fue a estudiar al norte
de Nueva York.
Fue allí donde la universidad del estado de
Buffalo, cerca de la frontera con Canadá, le otorgó una beca para minorías, a
la que pudo optar porque nació en Estados Unidos.
Allí aprendió inglés e hizo su reválida para
poder ejercer Odontología en el país. También fue en Buffalo donde vio la nieve
por primera vez, se hizo fanática de los Buffalo Bills y aprendió que en el
verano ir a la playa equivale a una visita a un lago.
“Es muy bello, una persona que no haya vivido en
Buffalo dice: ‘Buffalo, ahí no hay nada’, pero cuando has vivido ahí 7 años te
das cuenta de que hay muchas cosas que hacer”, señaló la odontóloga de 33 años
de edad, quien desde hace tres meses se mudó a Houston buscando un clima más
tropical y estar más cerca de la familia que dejó en Venezuela.
Los estados con la mayor cantidad de venezolanos
siguen siendo los mismos que en el 2010, y los mismos en los que se concentran
la mayoría de los hispanos en Estados Unidos: Florida, Texas, Nueva York y
California. Pero desde el 2000, dentro de esos y otros estados, los venezolanos
han crecido en números significativos en nuevas ciudades y pueblos.
En Florida, con 40% de los venezolanos, la
población se duplicó entre el 2000 y el 2010, de cerca de 40.000 a 100.000. En
otros estados el crecimiento porcentual ha sido incluso mayor. En Texas, el
segundo estado con más venezolanos, se triplicó, de 6.000 a 20.000. Otros, como
Georgia, que tenían menos venezolanos, pasaron de 2.000 a 6.000 y Colorado, de
alrededor de 650 a 1.800.
Al mismo tiempo, en estados como Alaska, Maine y
West Virginia brotaron poblaciones de más de 100 hispanos de origen venezolano
que antes no existían.
Perfil y destinos
Son múltiples los factores que impulsan a que los
venezolanos se rieguen por este país: oportunidades laborales, intereses
religiosos y educativos, y redes de inmigrantes venezolanos, son algunos de los
mencionados por estudiosos del tema.
Magaly Sánchez, investigadora en la Oficina de
Población de la Universidad de Princeton en Nueva Jersey, considera que hay una
relación estrecha entre quienes han salido de Venezuela a partir de 1999 y sus
destinos.
“La dispersión debe estar explicada
fundamentalmente por las cuestiones de trabajo. Yo tengo gente que está en
Buffalo, ¿quién va a decidir irse a Buffalo?”, cuestionó. “Al lado de Canadá,
pero con unos trabajos increíbles, unas ofertas y unos salarios altísimos. Se
van a Buffalo y después a lo mejor migran para otro lado”.
Sánchez estudia el éxodo venezolano enfocándose
en quienes llegaron después de 1999, durante la era del chavismo.
"Las características básicas: es gente joven,
viene en familia y son altamente formados", señaló Sánchez.
“Muy probablemente donde haya mayor dinámica de
mercado de alto nivel, ahí vas a tener por supuesto a los venezolanos”,
acotó.
La académica explica que resultados preliminares
de sus estudios apuntan una concentración de venezolanos altamente calificados
en ciudades como Boston y Nueva York.
La investigadora insiste en que hay que
diferenciar entre la ola de venezolanos que llegó antes de 1999 y la que vino
después.
“La ola de emigrantes antes de 1999 es una ola
que no es masiva”, dijo. “Las olas de venezolanos que salieron desde 1999 no
tienen nada que ver con las olas anteriores ni con las olas de la dictadura de
Pérez Jiménez, no, son cosas completamente diferentes. Aquí salió el talento y
el personal calificado”.
Un Bolívar en Utah
Lourdes Gouveia, directora de la Oficina de
Estudios Latinoamericanos y Latinos de las Grandes Planicies en Omaha, Nebraska,
ofrece otra perspectiva.
Gouveia destaca el salto de 200% que se dio en la
cantidad de inmigrantes entre 1990 y el 2000. En lugar de “talento”, prefiere
referirse a un éxodo de la “clase media” que ve cómo se va deteriorando su
estatus social y económico.
Para la académica, “el rompe aguas es la crisis
de los años ochenta”. “De ahí en adelante hay un cambio notorio. Las
consecuencias de las crisis de los años ochenta, las crisis de los años noventa,
del 2000, lo que llamo la causa acumulativa de las crisis venezolanas”.
Gouveia estudia el éxodo desde los “pioneros”,
que llegaron en la década de los ochenta y noventa, y se instalaron en Estados
Unidos.
“Una de las cosas que sabemos es que no importan
las razones por las que la gente sale al principio, más adelante una de las
fuerzas principales se va convirtiendo en el hecho de que se han creado redes de
inmigrantes, en este caso venezolanos, que con cada viaje de inmigrante, con
cada ola, se va reforzando toda una estructura que facilita la inmigración
misma”, explicó.
Se trata de amigos y familiares que explican cómo
emigrar, a dónde irse, que ofrecen un sofá cama al recién llegado. “¿Qué pasa
con esos que van llegando a esos pueblitos? Eso en sí es un resultado no solo de
que hay trabajo, sino de que hay familiares, hay pequeños grupos
establecidos”.
La religión fue para Carlos Moreno la principal
atracción de Utah. El oriundo de Maracaibo es mormón y tenía ya amigos que
habían ido a ese estado, donde se ha desarrollado la Iglesia de Jesucristo de
los Santos de los Últimos Días.
“Estamos creciendo muchísimo”, relató Moreno, de
31 año de edad, desde Taylorsville, un suburbio de Salt Lake City. “La mayoría
que me ha llegado a la Asociación (Venezolana Americana de Utah), son personas
jóvenes, que tienen familias jóvenes, con niños”.
En las fotos del grupo en Facebook aparecen
varios tocando el cuatro, muchachas con trajes folklóricos y un niño encarnando
a Simón Bolívar.
Más visitantes, residentes y
ciudadanos
-Las cifras del Departamento de Seguridad Interna
da cuenta de un aumento en el número de venezolanos que han obtenido la llamada
“tarjeta verde” o residencia permanente en la última década y de aquellos que
han adoptado la nacionalidad estadounidense, reflejo de una población que se va
asentando en el país.
-El mayor salto se dio entre el 2004 y el 2005,
cuando pasó de cerca de 6.000 a más de 10.000 el número de nuevos residentes
permanentes, principalmente porque se triplicó quienes la obtuvieron a través de
sus trabajos. A partir de allí, fluctúa entre 9.000 y 11.000 venezolanos cada
año.
-En el año fiscal 2012 (de octubre a septiembre),
cuando unos 9.300 venezolanos recibieron autorización para quedarse
permanentemente en Estados Unidos, la mayoría (4.000) obtuvo la “tarjeta verde”
porque es familia inmediata de un ciudadano estadounidense. Le siguen aquellos
que ajustaron su estatus de no inmigrante a inmigrante a través de sus trabajos
(unos 2.600). En tercer lugar están aquellos que recibieron asilo (1.500).
-Después de los chinos, los venezolanos son el
grupo al que más se le concedió asilo en el año fiscal 2011. El año pasado, pasó
al 4° lugar, pues fue superado por los etíopes y egipcios.
-En la gran mayoría de los casos, se trata de
asilos afirmativos, pedidos al llegar o en el primer año de estadía en el país,
en comparación con los defensivos que se solicitan luego de enfrentar un proceso
de deportación.
-En la última década el pico de pedidos de asilo
afirmativo fue en el 2004, cuando hubo 1.400 casos. El año pasado fueron 595.
-En comparación con otros países de América
Latina, los venezolanos son altamente exitosos en sus pedidos de asilo, con una
tasa promedio de 53% en la última década, parecida a la de los colombianos.
-Pero mientras que el porcentaje de asilos
otorgados en el caso de los nacidos en Colombia ha disminuido en los últimos
años, la tasa de asilos afirmativos concedidos a venezolanos fue de 75% en el
año fiscal 2012, la más alta en Latinoamérica. En comparación, solo 7% de los
casos de ecuatorianos y 9% de mexicanos recibieron la protección en el 2012.
-Las ceremonias de naturalización también se han
vuelto más comunes entre los inmigrantes venezolanos. Mientras cerca de 2.000 se
hicieron ciudadanos en el 2003, más de 7.000 lo hicieron el año fiscal
pasado.
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