Investigación: ¿Se sostiene el “Socialismo del Siglo XXI” con una moneda a 4,30? (Especial 6to Poder)
Una devaluación de la moneda es una medida que
toma el Ejecutivo de una nación a fin de ajustar la economía de un país. Un
aparato económico donde prevalezca la importación sobre la exportación, como
consecuencia de una mala producción nacional, es uno de los motivos que toma
mayor fuerza para sustentar tal arreglo.
En Venezuela, al igual que en distintas partes
del mundo, se han realizado este tipo de ajustes a fin de alinear la economía
del país, como se hizo en la nación a principios del 2010. Tras esa medida, el
bolívar, además de pasar a ser “fuerte”, se ubicó de 2,30 a 4,30 con respecto al
dólar.
Este ajuste fue argumentado bajo la premisa de
fortalecer la moneda local frente a la extranjera, fomentando así la producción
nacional ante la importación de distintos rubros, un mal que aquejaba al
gobierno central y que, al parecer, se mantiene.
Las cifras del Instituto Nacional de Estadística
(INE) señalan que en el primer semestre del año las compras al extranjero de
productos del sector agrícola vegetal y animal crecieron 99,6% el primer
semestre de este año al lado del mismo periodo del 2011. Cabe acotar que los
productos importados, además de evitar la escasez de algunos rubros, también
mantienen controlada la inflación gracias al control del tipo de cambio.
Ante este panorama y tras la reelección de Hugo
Chávez, cabe preguntarse si Venezuela podrá sustentar el actual modelo
económico, donde ha prevalecido la importación y se ha mermado la producción
interna.
Según el economista y profesor de la Universidad Católica Andrés Bello,
Ricardo Villasmil, el déficit fiscal que arrastraba el Ejecutivo, producto a su
contribución desmedida en programas sociales y que se intensificó durante la
campaña del primer Mandatario, es unas de las causas que llevaría al Estado
venezolano a tomar una medida de ajuste.
Esta tesis es sostenida además por la firma
Ecoanalítica al señalar que el déficit fiscal del país se ubica en unos 40 mil
millones de dólares, que estaría asociado al tema electoral y a las viviendas
que el gobierno está construyendo a escala nacional, así como al acelerado ritmo
de endeudamiento interno que registran las cuentas públicas con la emisión de
bonos.
Una devaluación sin
éxito
Según el economista Jesús Casique, CEO de la
firma Capital Market Finnance, devaluar una moneda para disminuir el déficit
fiscal sin apoyar al sector productivo del país, expropiando y confiscando
empresas, por ejemplo, no tendría ningún efecto que genere beneficio favorable
para la economía. “Si se continúa devaluando y expropiando es difícil ver
cambios positivos”, señala.
Así lo argumentó el especialista al explicar que
la última devaluación en Venezuela antes de la unificación del 2011 se hizo en
el 2005, cuando pasó de 1.920 a 2.150 bolívares, según la vieja denominación de
la moneda. Durante los años 2007, 2008 y 2009 no hubo ninguna, de tal manera que
la contracción estaba muy fuerte y es por ello que el gobierno tuvo que devaluar
de 2,60 a 4,30.
Actualmente ocurre la misma historia. En 2011 no hubo
devaluación y en el 2012 tampoco, entonces para el 2013 se recibirá un país con
un tipo de cambio sobrevaluado que afecta tanto al sector transable como
productivo.
Cabe entonces preguntarse si la forma en la que
trabaja el Ejecutivo nacional, incluyendo su propio gabinete de Finanzas, ha
tenido un impacto real y positivo en la economía del país, más cuando aquellos
que forman parte del sistema productivo sostienen que resulta difícil trabajar
con capital privado en Venezuela.
Este razonamiento cobra fuerza sobre la base de
lo expuesto en el último informe de la Doing Bussines, índice creado por el
Banco Mundial que reseña en qué naciones hay mayor facilidad de hacer negocios,
donde indica que Venezuela es uno de los países de América Latina con mayor
dificultad para la apertura comercial.
“Mientras en Colombia se requieren ocho
procedimientos y 13 días para abrir una empresa, en Venezuela se necesita
cumplir con 17 procedimientos y esperar 144 días para hacerlo. Obviamente, estas
alcabalas burocráticas impiden la inversión extranjera directa en el país.
Entonces seguimos frente a una devaluación aislada. Mientras no se fomente la
creación de empresas, obviamente la devaluación no tendrá ningún efecto”, apunta
Casique al tiempo que exige una apertura comercial más competitiva.
¿Viene entonces una
devaluación?
Según el analista, para el 2013 Venezuela
presentará un déficit fiscal que se ubica entre ocho y 10 puntos del Producto
Interno Bruto, y la forma para cubrir este déficit es a través del endeudamiento
y la devaluación. Esto es consecuencia de que el presupuesto del año en curso,
de 297,8 millardos de bolívares, fue inviable e insostenible, puesto que el del
2011 cerró en 311 millardos, demostrando así que la base presupuestaria del 2012
era deficitaria.
Hay que recordar que el precio promedio del
barril de petróleo debe estar cerrando en 105 dólares. Esto le generaría
entonces un presupuesto paralelo al gobierno de alrededor de unos 26 mil
millones de dólares, lo que se traduce en que el presupuesto para el 2012 debe
estar cerrando alrededor de unos 510 o 520 millardos de bolívares.
En
consecuencia, el presupuesto para el año 2013, que fue aprobado por 396,4
millardos de bolívares, se convierte en un presupuesto deficitario, muy por
debajo del ejecutado para el 2012, que cerraría entonces en unos 510 millardos
de bolívares producto de los créditos adiciones y del incremento del barril del
petróleo.
Entonces, el endeudamiento para el año 2013,
contemplado en la ley de presupuesto por un monto de 27 mil 136 millones de
dólares, equivalente a 116.684 millardos de bolívares, no cubre el déficit total
de caja, por lo que el gobierno deberá compensarlo con una devaluación para el
próximo año.
Esta devaluación, según el especialista, le
costará al Estado como unos cuatro o cinco puntos del PIB para disminuir el
déficit fiscal del gobierno. Como consecuencia de este ajuste, se aliviarían las
cuentas fiscales del gobierno, aproximadamente el 4% del PIB, del 8 o el 10%
presente.
Dos escenarios
Ante este panorama, Casique sostiene que hay dos
esquemas para la devaluación. Uno sería ajustar Cadivi de 4,30 a 5,8 y ajustar
Sitme de 5,30 a 7,8 en tipo de cambio. El segundo escenario sería no ajustar
Cadivi, dejarlo a 4,30 únicamente para el sector salud, alimentos, bienes de
capital y el sector público y trasladar el resto de la economía a una
devaluación estimada de 8,8 o 9,2 para el resto de las operaciones. Estos serían
los dos posibles escenarios.
Una devaluación
implícita
A juicio del analista, Venezuela ya atraviesa una
devaluación de facto puesto que las operaciones de Cadivi se están trasladando
al Sitme a 5,30, mientras se recortan las que se efectúan a través de la
comisión, es decir, hay una devaluación solapada. El resultado de esto es que el
Sitme, manejado por el BCV, donde las empresas compran con bolívares bonos en
divisas y luego los revenden en el exterior para obtener dólares, gana terreno
en la economía y produce así una progresiva devaluación de la moneda.
Esto ha traído una importante sobrevaluación. Aún
cuando el gobierno no aplicó devaluación entre el 2011 y 2012, estuvo presente
la inflación.
Significa que el precio en bolívares de un dólar no cambia en el
tiempo. Y como la inflación es mayor en Venezuela que en otros países, los
bolívares que compran un dólar pueden comprar cada vez menos en el país, en
comparación con lo que compra el dólar afuera. Esto perjudica las importaciones
y al sector productivo y transable del país, que está sujeto al mercado
internacional.
Con esta sobrevaluación cambiaria, el gobierno
tiene que devaluar para fomentar la producción nacional, aunque su objetivo
principal es el déficit fiscal, ubicado entre un 8 y 10% del PIB.
Programas sociales
insostenibles
Junto a las dificultades que impondría el
gobierno al capital privado, el problema de los programas sociales que
benefician a gran parte de los venezolanos sin ningún tipo de retribución
económica definida también pesa en el aparato productivo del país.
El darle a PDVSA una serie de funciones como la
de la Misión Vivienda o el programa de entrega de electrodomésticos compromete
el flujo de caja de la estatal petrolera, pues en lugar de dedicarse a
comprometer su capital a la exploración, producción y distribución de
hidrocarburos invierte en un área ajena. “Una cosa es que PDVSA contribuya en
sus utilidades con un porcentaje al gobierno a través de la transferencia de
recursos en el desarrollo económico del país y otra muy distinta es encargarle a
la empresa responsabilidades del gobierno”.
Para el economista de la firma Capital Market, lo
necesario sería trasladar a este grupo de personas que se beneficia de una u
otra forma con los programas sociales al sector productivo del país, en lugar de
quedarse perpetuamente recibiendo recursos de la estatal. Esto, a fin de generar
un crecimiento económico estable, sostenido y sólido, que tenga contrapartida en
la producción de bienes y servicios.
Cabe acotar que el gasto social que viene
ejecutando PDVSA no se traduce en contrapartida fiscal porque todos los
subsidios que aplica el gobierno generan impuestos y, según el analista, en
economía no hay nada gratis.
El país con la economía
vulnerable
La tesis del modo poco productivo en que se
maneja la economía actualmente en el país cobra mayor fuerza, según el analista
Jesús Casique, ya que de 100 dólares que ingresa al sistema, 96 son provenientes
de sector petrolero, mientras que los cuaro restantes vienen de otros rubros.
Esto quiere decir que las finanzas públicas en Venezuela dependen en gran medida
del crudo. En consecuencia, ante una caída en el precio del barril, que no está
estimada según el último informe de la Organización de Países Exportadores de
Petróleo (OPEP), la economía se vería muy afectada.
Sumado a este problema hay que agregar el tema de
las reservas internacionales, que dependen también mayoritariamente de un solo
factor. Para el año 1998, el oro en Venezuela representaba el 20% de estas
reservas. Es decir, de una u otra forma estaba diversificado este rubro.
Sin
embargo, bajo la actual gestión, el oro pasó a representar el 75% de las
reservas internacionales del país. Esto evidencia una vulnerabilidad en la
economía de la nación puesto que ante una eventual caída de la Onza Troy, que
determina el valor del metal, las mismas disminuirían abruptamente.
De tal manera que la economía del país es
vulnerable básicamente ante la variación del petróleo y del oro, como
consecuencia de una escasa diversificación en el manejo de los recursos.
Cabe acotar que para el año 98 Venezuela contaba
con 304 toneladas de oro, mientras que en la actualidad tiene 362 toneladas,
según el Sistema Financiero Internacional. Quiere decir que las reservas
crecieron un 19% en 14 años.
Entonces, cuando el Ejecutivo habla de un
porcentaje considerado alto en referencia a sus reservas del metal es por el
valor de las mismas y no por la cantidad. Antes del primer gobierno del actual
presidente, la Onza Troy ubicaba su valor en 294,24 dólares, actualmente está en
17.225,45. Significa que la onza se ha incrementado en 486%, algo
desproporcional en comparación con su crecimiento en toneladas, según
Casique.
Cronología de la
devaluación
- El 6 de febrero del 2003 entra en vigencia el control de cambio, Cadivi, y se establece el tipo de cambio en 1.600 bolívares.
- El 9 de febrero del 2004 se realiza una nueva devaluación del 20% y el tipo de cambio pasa de 1.600 a 1.920 bolívares.
- El 3 de marzo del 2005 se establece una nueva devaluación del 12%, quedando así el valor de la moneda en 2.150 bolívares.
- En el año 2008 entra en vigencia la Ley de Reconversión monetaria y el tipo de cambio pasa de 2.150 a 2,15 bolívares.
- 8 de enero del 2010 se establece un tipo de cambio preferencial para el sector salud y alimentación valorado en 2,60 bolívares mientras que para las exportaciones petroleras, comercio y telecomunicaciones se establece en 4,30.
- El 9 de junio del 2010 entra en vigencia el Sistema con Transacciones en título de Moneda Extranjera (SITME) con un tipo de cambio a 5,30.
- El 30 de diciembre del 2010 se realiza una
unificación que se traduce en una devaluación cambiaria de 2,60 a 4,30
bolívares, que entra en vigencia el primero de enero del
2011. Nicolás
Chaccal
Nchaccal@6topoder.com
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