REPORTAJE: La salud me roba la quincena


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Es el nombre de uno de los medicamentos que toma el pequeño Brayan Arteaga, de 12 años. Su costo representa 500 bolívares en el presupuesto que maneja Katiuska Fernández, mamá del niño. El fármaco le alcanza aproximadamente para 20 días de tratamiento, de acuerdo con la dosis recomendada por el médico.



El diagnóstico de Brayan es autismo. El Aripiprazol o Irmil le ayuda a controlar la ansiedad y es “obligatorio” en su tratamiento. Sin embargo, Katiuska, quien trabaja como maestra, no solo compra este antipsicótico, sino que debe adquirir el tratamiento biomédico del niño. Estos dos aspectos solo representan la mitad del riguroso y costoso régimen que tienen que cumplir estos pequeños.


“En la alimentación, que muchas veces no se incluye dentro de la salud, pero que es vital en el caso de los niños con esta condición la inversión es altísima. Ellos no pueden consumir leche normal y un litro de leche de arroz o almendra tiene un valor de 60 bolívares y les dura tres días, el cereal libre de gluten tiene un precio de 90 bolívares y su contenido es de apenas 300 gramos”, contó.


En promedio la mamá de Brayan gasta seis mil bolívares para cubrir todo lo relacionado con su condición. Sin embargo, con su cargo de técnico en el Centro de Atención Integral para Personas con Autismo (Caipa) su sueldo es de solo 2.150 bolívares, es decir, que aún le falta buscar Bs. 3.850 para costear el tratamiento completo del infante.


“Los complementos alimenticios como vitaminas, enzimas digestivas, porque presentan deficiencias en esa área tienen un valor 250 bolívares 50 cápsulas y los probióticos los venden en 580 bolívares y su duración es de mes y medio”, enfatizó.


Aún falta incluir las terapias psicológicas, de lenguaje, entre otras que requieren. “Cada hora de de terapia tiene un costo entre 140 y 200 bolívares. En este caso, tuve que dejarlo en una sola, porque no pude pagar más dinero”, confesó la docente.


Katiuska debe vender tortas, ponqués, bisutería, ropa para aumentar sus ingresos. Sin embargo, sin la ayuda de su hijo mayor no pudiera pagar todo el tratamiento de salud de su niño.


Todo cuanto gasta Katiuska es necesario para obtener resultados favorables en la condición de salud de Brayan. A ella la quincena no le alcanza para cubrir siquiera la mitad del tratamiento.


En el caso de José Acurero, de 69 años, y chofer de tráfico pesado, diagnosticado hipertenso y diabético hace cinco años aproximadamente, solo tiene a disposición los 1.780 bolívares que recibe de la pensión para adquirir las seis medicinas que dos veces al mes debe comprar.


“Mi salud me roba toda la pensión. Eso sin incluir, que nosotros los hipertensos y diabéticos debemos tener una dieta estricta, donde también se gasta mucho dinero y eso forma parte de la salud”, dijo.


Carvedilol, plavix, benutrex y aspirina de niño son los nombres de algunos de los medicamentos que dejan a José sin medio en el bolsillo. La mayoría de las personas de la tercera edad también están en la misma condición que él esperando el depósito de la pensión para dejarla detrás del mostrador de una farmacia.


Para Blanca Suárez, residente del sector El Milagro y administradora, el panorama es diferente. Ella gasta gran parte de sus ingreso o su quincena en la salud de su progenitora, de 81 años.


“Yo toda mi pensión se la dedico de forma integra a la salud de mamá. En las medicinas de la hipertensión, que le dura cinco días; vitaminas, antiflamatorios, calcio para los huesos y, además, de los exámenes de rutina y control”, contó.


Lo mismo le ocurre a Yusmary Piñeiro, quien junto con una hermana, destinan más del 40% de sus ingresos en la salud de su madre, Teresa Montero. “Las medicinas de la tensión son caras y de paso ella debe mantener una dieta muy fuerte, y es precisamente allí donde se va más dinero, incluso, más que hasta en las propias medicinas”.


El Gobierno venezolano a través del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales (Ivss) entrega medicamentos de forma gratuita en las distintas farmacias que hay en sus sedes. Sin embargo, no para todas las patologías prestan el servicio. En el caso de las personas con autismo ellos deben adquirirlas por cuenta propia.


“A las personas que sufrimos de hipertensión sí nos ofrecen los medicamentos en el Seguro Social, pero más son las veces que no hay que las oportunidades cuando uno las encuentra. Entonces, uno tiene que correr a la farmacia”, denunció José Acurero.


El alto costo de los medicamentos golpea el bolsillo del ciudadano, sobre todo de aquellos que solamente sobreviven con la pensión. Entre ellos está Adriana Acosta, de 67 años, quien reside en El Milagro, y cuenta que “al llegar ese dinero lo primero que hago es saltar a la farmacia, rogando a Dios encontrar los genéricos, porque de lo contrario no gastaría los 600 que suelo usar, sino el doble”.

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