En 10 años de controles la inflación de alimentos se aceleró 1.284%


Consumidores evalúan como negativa la regulación. La medida ha generado escasez, menos variedad de productos y proliferación del comercio informal

El Nacional.com

La regulación de precios fue decretada el 11 de febrero de 2003 como una medida para evitar que la inflación de alimentos y productos básicos se saliera de control como consecuencia del paro petrolero y la caída de las reservas internacionales. El Gobierno aplicó la medida como un freno y anunció que sería temporal mientras se estabilizaba la economía.
Han pasado 10 años y el propio Banco Central de Venezuela admite que la inflación de alimentos y bebidas no alcohólicas es de 1.284% entre febrero de 2003 –mes en que fue fijado el control de precios– y enero de 2013. El índice de precios al consumidor en general registra un alza de 694,21% en una década.
Las cifras del ente emisor también reflejan que la variedad de productos ha descendido. La medición en 2005, que es la que está disponible en el BCV, señala que para octubre de ese año el índice de diversidad que mide la disponibilidad de marcas, presentaciones y variedades de productos básicos y de consumo en el mercado, estaba en 223,2 puntos, y descendió a 90,5 puntos el mes pasado, una pérdida de 132,7puntos en 8 años.
En diciembre de 1998, cuando fue elegido el presidente Hugo Chávez por primera vez, la escasez se ubicaba en 1,6%; sin embargo, al cierre de enero de este año el índice llegó a 20,4%, 12 veces más que hace 15 años.

Efectos en el bolsillo. Pese a la rigidez del control de precios, que no sólo abarca alimentos, sino un grupo de 1.200 medicamentos, materiales de construcción como cemento y cabillas, tarifas de estacionamientos, transporte público urbano, tarifas de pasajes aéreos, y desde hace año y medio artículos de cuidado personal y limpieza del hogar, la inflación no ha cedido terreno y los consumidores perciben que no ha sido efectiva.

En enero de 2003 la canasta alimentaria costaba 226,33 bolívares, en tanto que al cierre de 2012 llegó a 2.085,22 bolívares, según el INE, un incremento de 821,31% en casi 10 años. El costo de la canasta alimentaria es 9,21 veces más cara que cuando se aplicó el control de precios.
Mientras tanto, el salario mínimo ha subido 728,60% en una década al pasar de 247,1 bolívares en 2003 a 2.047,48 bolívares en 2013.
José Calderón, habitante de Candelaria, considera que la regulación ha tenido un efecto negativo. “Es necesario que haya más producción de alimentos para que los costos bajen y eso pueda reflejarse en los precios”, dijo. Señala que hace 10 años gastaba 400 bolívares en alimentos cada semana y ahora tiene que disponer de más de 1.000 bolívares.
Rosa Flores, quien vive en El Paraíso, señaló que hay muchos comerciantes, principalmente informales, que no cumplen la regulación. “Tengo que andar de un supermercado a otro y hacer colas para comprar los alimentos”, indicó.
Miriam Cabrices vive en Los Mecedores y compra en el Mercado de Quinta Crespo. Aseguró que cuando va a hacer sus compras, no consigue todos los productos. “Este control de precios como que no es muy bueno, porque no se consiguen todos los alimentos y cuando hay están más caros”, dijo.

Táchira
Eleonora Delgado

Entre los mercados oficiales, supermercados y bodegas no hay diferencia. El control de precios ha obligado a los ciudadanos a hacer cola o recorrer varios establecimientos para completar la cesta básica.

Los comercios racionan la venta de varios productos por persona, situación que genera molestia entre los consumidores. “Estoy cansada de no conseguir todas las cosas en un solo sitio. Si consigo azúcar, no hay harina pan, si consigo pollo, no hay leche. Es deprimente. Y la especulación con los precios asusta”, dijo Marina Silva, habitante del sector La Concordia.
Jairo Rendón se quejó por el “ruleteo” que debe hacer de un supermercado a otro para poder conseguir todos los productos. “Me toca recorrer tres o cuatro supermercados y eso sin contar las bodeguitas”.

Carabobo
Tibisay Romero

La escasez de algunos productos, cuyos precios están controlados por el Gobierno como harina, azúcar y leche, mantiene a los compradores atentos a ver dónde pueden conseguirlos.

“Voy de un supermercado a otro. En mi familia hemos hecho una red donde el que consigue harina de maíz, café o azúcar, enseguida avisa a los demás para que corran a comprar”, relató María Alejandra Pérez, habitante de Valencia.
Percibe que ha mejorado el abastecimiento de pollo, pero comienzan a faltar productos de cuidado personal y limpieza del hogar.
Damiano del Vescovo, presidente de la Cámara de Comercio de Valencia, dijo que regular los precios por debajo de los costos desestimula la producción. Aseguró que además la política de controles no ha sido efectiva para reducir la inflación.

Zulia
José Javier Moronta

La mayoría de los zulianos compran en los mercados populares, donde consiguen más productos que en las cadenas de supermercados.

Gregoria Montiel, ama de casa, desconocía que existe un control de precios que tiene 10 años. Para ella, los precios suben cada semana sin ninguna regulación y el verdadero problema es conseguirlos. Relató que hizo una cola en un supermercado para comprar harina y cuando le tocó su turno ya se había acabado.
Ana Rivero, comerciante independiente, considera que el control no sirve, porque se ha reducido la oferta de productos. “Esa medida ni me ha quitado ni me ha dado beneficios. Igual tengo que trabajar y comprar los alimentos al precio en que estén. Unas veces los consigo baratos y otros caros”, señaló.

Nueva Esparta
Dexcy Guédez

La mayoría de los consumidores en Nueva Esparta se han visto obligados a cambiar la rutina de compra y hasta los hábitos alimenticios, debido a la escasez de productos como pollo, arroz, harina y margarina.
Ana Mercedes Salazar vende empanadas. Afirmó que su ingreso se ha visto disminuido por la escasez de harinas de maíz y de trigo. Señala que ahora en su casa se come más yuca, ocumo o papa sancochada. Sebastián García aseguró que él y su esposa tienen que ingeniárselas para preparar la lonchera a sus hijos con otros alimentos.
Rafael Moya tiene una arepera, pero la escasez de harina ha afectado la operatividad de su negocio. “Me la paso de supermercado en supermercado haciendo cola para conseguirla”, indicó García.

Lo dijeron

Raúl Arreaza
“El control de precios no funciona. Los precios han aumentado más de 10 veces en estos años. Mi ingreso se ha reducido más de la mitad. Además, si no hay libertad de precios las empresas no pueden producir”.

Luis Graterol
“Yo sí creo que ha sido efectivo, porque el Gobierno está trabajando para que los precios no suban. En los alimentos básicos los precios están regulados, pero en otros como el pescado la inflación es galopante”.


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