La Sociedad Patriótica, que había sido convocada para ocuparse del
desarrollo económico del país, se convirtió en un foro en donde se llevaron a
cabo las discusiones y los discursos que condujeron a la independencia del
país.
Entre los más asiduos participantes estuvieron Simón Bolívar
y Francisco de Miranda, a su regreso de Londres.
El 5 de Julio de 1811, los miembros de la
Sociedad Patriótica, convencieron a todos los congresantes menos uno,
de declarar la independencia de Venezuela, olvidándose de una vez de la
defensa de los derechos de Fernando VII. Esto marcó la fundación
del Estado Venezolano. El acta de independencia fue encomendada a Juan
Germán Roscio y el texto definitivo fue aprobado el 7 de
julio.
El recién creado estado necesitaba una
constitución, para lo cual se encargó a Francisco Javier Ustáriz, a Gabriel
Ponte y a Juan Germán Roscio para que la redactaran.
La primera
constitución fue muy similar a la de los Estados Unidos, es decir de tipo
federalista (o descentralizada), en donde las provincias conservaban
mucha autonomía y podían tener sus propias leyes.
A pesar de que este sistema
fue objetado por varios miembros de la Sociedad Patriótica (entre ellos Bolívar
y Miranda), fue aprobado por la mayoría.
Esta constitución también
estuvo inspirada en las ideas francesas, respetando los derechos del hombre y
dándole a todos los habitantes el tratamiento de ciudadano, sin importar la
clase social. Había nacido la Primera República.
A esta república no le faltaron las dificultades.
Los que se oponían a la independencia de Venezuela, llamados los realistas,
dominaban las provincias de Maracaibo, Guayana y Coro. España había ordenado el
bloqueo a Venezuela, dificultando el comercio exterior, y organizó la
resistencia bajo el mando del capitán Domingo Monteverde.
Para colmo de males, el Jueves Santo de 1812,
un fuerte terremoto sacudió al país, matando a más de 10.000 personas y causando
una gran destrucción en Caracas y otras ciudades. Allí es cuando Bolívar
pronunció su famosa frase: Aunque la naturaleza se oponga, lucharemos
contra ella y haremos que nos obedezca. Sin embargo los realistas, y
muchos religiosos que los apoyaban, aprovechándose de la ignorancia del la
gente, decían que aquello era el castigo de Dios.
El poder ejecutivo, dividido entre 3 personas
(triunvirato) resultaba poco ágil y decidió darle poderes absolutos a
Francisco de Miranda para que defendiera la naciente patria, nombrándolo
Generalísimo. Sin embargo, ya era tarde. Miranda encargó al coronel
Ustáriz la defensa de Valencia y al Coronel Simón Bolívar la de Puerto Cabello.
Pero ninguno de los dos logró su objetivo, siendo derrotados.
En Puerto Cabello, un soldado traicionó a
Simón Bolívar, sublevando parte de la guarnición. A pesar de eso Bolívar luchó
desesperadamente para defender la plaza, hasta que tuvo que huir a La
Guaira. En una carta a Miranda, escribió: “Si un solo soldado me hubiese
quedado, con ese habría combatido al enemigo; si me abandonaron no fue por mi
culpa. Nada me quedó que hacer para contenerlos y comprometerlos a que salvasen
la patria; pero, ¡ah! esta se ha perdido en mis manos”.
A Miranda no le quedó más remedio que
rendirse en San Mateo el 25 de julio de 1812, firmando un armisticio,
el cual no fue cumplido por Monteverde quien lo mandó a encarcelar
cuando se preparaba para ir al exterior. Igualmente, mandó a matar a
miles de personas, incluyendo mujeres y niños, entre los patriotas (los que
apoyaban la independencia). Miranda murió encarcelado en la cárcel de La
Carraca, en España, el 24 de Julio de 1816. También había muerto en forma
prematura la Primera República.
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