Editorial


Caos en la cárcel

Reclusos en el interior de sus calabozos en un centro penitenciario | William Dumon

El Nacional

El problema carcelario en Venezuela parece ser, sin duda alguna, el cuento de nunca acabar

El problema carcelario en Venezuela parece ser, sin duda alguna, el cuento de nunca acabar. Los lectores se preguntarán por qué tratamos con tanta insistencia este tema, y la respuesta es directa y sencilla, en las cárceles se concentra lo peor no sólo de este sistema del socialismo del siglo XXI, sino del fracaso de la "creación de un hombre nuevo": durante trece años de mandato militar rojo rojito, el país se ha convertido en un semillero de malandros no sólo en los barrios populares sino en los propios organismo oficiales, donde se les entrega armas de reglamento a quien sea para que actúen como guardaespaldas de cualquier piche funcionario.

Desde luego, esto ha aumentado la tenencia de armas y la violencia desatada en todas las ciudades. A esto se le agrega que el flamante Ministerio para el Servicio Penitenciario en vez de dar solución a la crisis lo que ha hecho es agrandarla. Sin lugar a dudas, Iris Varela pasará a la historia patria como la mujer que terminó de destrozar lo poco que quedaba de prisiones.

El turno ahora le toca al Centro Penitenciario de la Región Occidental ubicado en la población de Lagunillas, en el estado Mérida, que desde hace casi 20 días vive una gran crisis poco conocida en su sangrienta magnitud debido a que, tal vez por la distancia de Caracas, ha sido poco conocida por la opinión pública nacional.

Son casi 20 días en los que un pran llamado "Ever" tiene en vilo a las autoridades penitenciarias porque tiene el control total de la cárcel. El saldo de esta violencia ya supera los 20 muertos y 50 heridos, producto de enfrentamientos entre los funcionarios del Estado y los reclusos que son los que en verdad manejan el penal.

Basta hacer un poco de historia sobre esta cárcel de Mérida y recordar que, hasta hace pocos años, era un modelo de buen penitenciarismo en el país, una cárcel bien manejada, con pocos problemas y donde había hasta una radio comunitaria operada y dirigida por los reclusos que se escuchaba en todas las poblaciones cercanas. Es decir, todo un ejemplo de que cuando las cosas se quieren hacer bien, pues se hacen.

El caos que hoy se vive en la otrora cárcel modelo del país es una muestra más del fracaso de la gestión de la ministra Fosforito que no sólo no ha hecho nada en casi un año en su cargo sino que, como siempre, busca culpar de su fracaso a las organizaciones de derechos humanos y sus directivos como forma de dar argumentos a su terrible gestión.

Hacinamiento, retardo procesal, ocio absoluto de los reclusos, ingreso de armas, drogas y demás cosas ilícitas a las cárceles sigue siendo el pan nuestro de cada día con la anuencia y complicidad de la ministra Varela quien ha pasado a ser, según dicen, la Comandante de los Pranes.

El caos carcelario sigue y continuará por mucho tiempo mientras sea administrado y dirigido por analfabetas penitenciarios como Iris Varela, que llegó a destruir lo poco bueno que había.

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