REPORTAJE Conoce cuáles son las "mascotas" que no debes tener en tu casa y por qué



Panorama.com

Monos, loros, mapaches, jaguares, cunaguaros, serpientes y zamuros, la lista de animales que van a parar al Parque Sur cada año porque sus dueños no los pueden, o no los quieren tener, es larga.

En los últimos diez años han ido a parar a la Fundación Zoológico Metropolitano del Zulia unos 1.748 animales que fueron privados de sus hábitat para convertirlos en mascotas “domésticas” que llegan a ser vistos como un “estorbo” para sus amos al comportarse como lo que son: especies silvestres.


Luis Añez, gerente de operaciones del parque explicó que desde 2001 al presente han sido llevados 768 aves, 345 mamíferos y 635 reptiles, cantidad que triplica la población de animales propios del zoológico, distribuida en unos 600 ejemplares de 110 especies.


“Muchos vienen maltratados y duran poco. A los reptiles, principalmente tragavenados y babas, los capturan en los bordes de cañadas o cerca de las casas y los traen al zoológico sofocados en sacos, bolsas o en cajas”, soltó preocupado Añez.


Es tal la cantidad de fauna que va al “depósito” del Parque Sur que resulta difícil manejar. “Muchos mueren por las malas condiciones que traen. El llamado es que traten que la fauna silvestre se quede en la naturaleza o reubicarlos en lugares donde haya poca afluencia de seres humanos para que puedan desarrollarse como animales silvestres”.



Los monos — araguatos, capuchinos y araña— están entre las preferencias de quienes optan por una mascota silvestre.



“La gente los cría como si fueran niños, le ponen pañales, le dan tetero, le ponen babero. Llegan a sentirse como seres humanos y cuando alcanzan la madurez sexual se tornan muy agresivos y empiezan a atacar a algunos miembros de la familia”, explicó Orlando Gómez, médico veterinario coordinador de salud animal del parque.


“El caso de los araguatos es de los más preocupantes, pues presentan muchos problemas digestivos. Son hervíboros y cuando se los llevan como “mascotas” les dan comida casera . Eso se le fermenta en el estómago , cuando los vienen a ‘donar’ no se puede hacer mucho, pues tienen el estómago inflamado (timpanismo) producto de una alimentación inadecuada”.



Los mapaches también son muy buscados, “la gente los ve muy bonitos. Cuando hay series de televisión o dibujos animados como Candy Candy o Pocahontas, entran como de ‘moda’ y empiezan a comprarlos. Cuando alcanzan la madures se tornan muy agresivos, ellos pueden morder y tienen las garras muy fuertes, han venido personas muy malheridas”, relató Gómez.



La Real Academia define mascota —del francés mascotte— como animal de compañía. “Perros, gatos, conejos, hamsters, acures y los animales de granja como las aves de corral gallinas, patos, pavos, caballos, vacas, cabras, ovejas. También hay fauna exótica y si se cumple con la legislación venezolana, pueden tenerse, como los canarios, periquitos australianos y ninfas”, detalló Luis Añez.


Bajo el lema Tu casa no es su casa, la organización ambientalista Vitalis ha subrayado las razones para no privar de la libertad a la fauna. En las víspera del Día Mundial del Ambiente a conmemorarse este martes 5 de junio, recalcaron que unas 17 mil especies están amenazadas.



“Mientras los trasladan y venden, 80% de los animales mueren por mal manejo. Es decir que por cada animal que llegue vivo al mercado, 4 han muerto. Además, los animales silvestres pueden ser trasmisores de enfermedades como la brucelocis, tuberculosis, toxoplasmosis, hidatidosis, herpes, filiariasis, leishmaniasis, rabia y triquinelosis, entre otras”, recalcó Diego Díaz, presidente de Vitalis.


Al comprar fauna silvestre y confinarla al cautiverio se rompe con el ciclo de la vida de especies que muy probablemente sólo podremos ver en zoológicos porque están desapareciendo y se ven cada vez menos en sus hábitat.

Pese a la mística del personal que los recibe en el Parque Sur, el mejor hogar para la fauna silvestre siempre será la naturaleza.




Por qué Tu casa no es Su casa


(Campaña de la organización ambientalista Vitalis)


1. En su hábitat natural el animal silvestre encuentra todo lo que necesita; en nuestra casa, por mucho cariño, alimento y cuidados que se le brinde, en muy poca medida estaremos contribuyendo a su conservación.


2. Sin quererlo, le estamos negando al animal la oportunidad de reproducirse.


3. Los métodos de captura que utilizan los comerciantes de fauna son muy crueles con el animal, pues en algunas oportunidades destruyen árboles, nidos y pueden llegar a matar a la mamá, como es el caso de las perezas y los monos araguatos.


4. Mientras los trasladan y venden, 80% de los animales mueren por mal manejo. Es decir que por cada animal que llegue vivo al mercado, 4 han muerto.


5. En casa se desconoce la alimentación de estos animales. En muchas ocasiones les causamos enfermedades o incluso la muerte por brindarles una dieta inadecuada, lo cual puede poner en riesgo nuestra propia salud.



6. Todos los animales son parte del equilibrio ecológico del lugar donde habitan, ya sea como dispersores de semilla, control mutuo de las especies animales y control de pestes, entre otros. Su captura puede conducirlos irremediablemente a la extinción, ocasionando un grave daño a los ecosistemas naturales.


7. Algunos animales viven en parejas y otros son eminentemente gregarios. Por esta razón, apartarlo y confinarlo a una jaula acarrearía su tristeza o muerte.




(OJO: No queremos asustar, pues los propietarios que tienen animales silvestres, podrían abandonarlos para evitarse un riesgo, ocasionando muchos otros a terceros).



11. La conducta de los animales es impredecible. Cualquier situación desconocida para ellos podrá generar un comportamiento agresivo.

12. Los animales silvestres pueden causar daños sin proponérselo. Solo están descubriendo y conociendo el nuevo medio, y pueden actuar en defensa propia.



13. Muchos animales silvestres son territoriales, por lo que requieren de espacios mínimos para sobrevivir.


14. Aunque la tenencia no está regulada a nivel nacional, su comercio sí, así que sin querer nos podemos convertir en cómplices de una empresa creciente, en la que además del animal, estamos comprando su incapacidad para sobrevivir.

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