Rocío y su hija

Rocío San Migual acuidió a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos para solicitar medidas de protección para ella y su hija
Sandra Bracho

El Nacional

La especialista en cuestiones relacionadas con la Fuerza Armada, Rocío San Miguel, se vio obligada a acudir a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos para solicitar medidas de protección para ella y su hija




Aunque parezca insólito y demuestre una actitud cobarde de parte del sector militar rojito, Rocío San Miguel, especialista en cuestiones relacionadas con la Fuerza Armada, se vio obligada a acudir a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos para solicitar medidas de protección para ella y su hija.

Así como lo están leyendo en este momento: su hija, una menor de edad que sólo la locura del discurso de odio lanzado y difundido desde Miraflores puede intentar hacerle daño si alguien, de los tantos locos armados que maneja este régimen, se le pasa la mano y se le ocurre actuar "espontáneamente".

Años atrás, los chavistas de La Piedrita se acercaron a la casa donde habitaba María Teresa Castillo y lanzaron bombas lacrimógenas, con lo que pusieron en peligro a una anciana y digna militante de izquierda. Hubo que mudarla para protegerla de los vándalos subvencionados, presuntamente, por una de las altas figuras del Parlamento.

Nadie está protegido de estas bandas que cuando no maltratan a alguien de las filas democráticas, entonces se ensañan contra la gente que vive en el 23 de Enero o se declaran la guerra entre ellos por el control de las zonas para ofrecer "protección" como los gángsters en Chicago.

De manera que están más que justificadas las medidas de protección solicitadas internacionalmente para ella y su hija, porque le van a hacer daño moral y material a esa adolescente si atentan contra la vida de Rocío San Miguel y matan o hieren de paso a quien nada tiene que ver con este tsunami de odio que ha lanzado el jefe del Estado contra el resto de los venezolanos que, aún siendo simpatizantes chavistas, no aceptan esta suerte de guerra a muerte decretada por el máximo jefe del partido en el poder, que es un comandante de escasos combates y mayúsculas derrotas. De allí su permanente necesidad de ser héroe a como dé lugar por encima de los códigos militares.

De alguna manera ello ayuda a comprender por qué insiste en repetir la consigna del movimiento chavista de dividir el país entre pobres y ricos, como si los militares en su totalidad compartieran esa batalla ficticia, sin base alguna en la realidad y mucho menos como parte de los proyectos personales de los oficiales que, casualmente, buscan en la carrera militar no ser ricos pero sí dejar de ser pobres, poder educar a sus hijos, mejorar la condición de sus padres y acceder a posiciones de mando que les permitan aplacar la miseria, combatir la corrupción y desterrar el narcotráfico colombiano que está corrompiendo a los jóvenes en los barrios.

Los miles de militares decentes saben que sin el tráfico de drogas, apadrinado por las FARC y el ELN, la violencia no tendría la altura y la destrucción de valores y de vida que existe hoy en los barrios y en las calles de Caracas. De esa FAN honesta y democrática depende la vida de la hija de Rocío San Miguel y de tantos otros venezolanos que son asesinados por la narcodelincuencia.

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