Opinion

Alirio Liscano
Historiador, politólogo e internacionalista

Acción y Utopía

Esta no es la primera vez que atentan contra Libia. Si miramos atrás, veremos que en los años ochenta, en tiempos de Ronald Reagan en la presidencia estadounidense, Libia fue bombardeada criminalmente hasta el punto de asesinar a Jana, una hija de Muamar El Kadaffi, en su propio hogar. El modus operandi fue parecido al de ahora. La opinión mundial fue preparada a través de una campaña frenética de prensa, mediante la cual se satanizaba al líder árabe, se ocultaban los grandes avances libios en desarrollo humano y se buscaba que los pueblos africanos olvidaran la política de activa solidaridad progresista desarrollada por el jefe musulmán en el llamado “continente negro”.


El problema principal del Imperio, como se sabe, es su sed energética. El esquema intervencionista de hoy es el mismo: desestabilizar adentro y satanizar afuera, levantando una oposición armada que desate una guerra civil en Libia, intervenir luego militarmente con sus fuerzas atlánticas y finalmente apropiarse de los recursos naturales del este (el emporio de Benghazi). El complejo militar-industrial-científico-tecnológico, vive una situación desesperada, lo que confirma su propósito de echar mano de una riqueza hidrocarburífera de la más alta calidad. Sin embargo, el mundo capitalista podría verse afectado por una decisión militar abiertamente agresora por parte de la OTAN. No es imposible la intervención sangrienta; es muy posible. Sin embargo, ella se ve dificultada porque podría agregar nuevos problemas a los intereses occidentales en la región.

Echemos un ojo rápido. Si encima de Irak, Afganistán y Pakistán, Estados Unidos se lanza frontalmente contra Libia, podría desencadenar un levantamiento general de la nación árabe, deseosa de acabar con el poder imperialista que apadrina al estado judío en su guerra de exterminio contra los palestinos. Esta reacción islámica, se expresaría inmediatamente contra Israel, pero podría significar “la vietnamización” del Oriente Medio. En Vietnam, el pueblo de Ho Chi Minh derrotó a franceses y norteamericanos. Por otro lado, Europa, hoy convulsionada laboralmente por la aplicación de políticas neo-liberales brutales, razonablemente, no debería tener interés en un conflicto infernal en el norte de Africa. Y Arabia Saudita, gobernada por una monarquía feudal que es el primer suplidor petrolero de Estados Unidos, tendría que poner las barbas en remojo, ante una eventual convulsión interior. En estos días se afianza la tesis de que Estados Unidos, privilegiando la maniobra política y diplomática (Liga Arabe, Clinton en Bahrein, etc.), quiere aprovechar la crisis para exterminar a todas las corrientes islámicas auténticamente anti-imperialistas.

Realmente, no es posible adivinar el desenlace. Kadaffi parece estar en el camino de controlar la situación interna, por cierto sin bombardeos a la población civil y en medio de serias denuncias mundiales que acusan a los opositores armados por la OTAN, de capturar a los soldados libios, amarrarlos y rematarlos con un tiro en la cabeza.

En todo caso, el saqueo sigue siendo el signo de la política imperial.

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