***La parroquia San José del municipio Campo Elías, es un poblado de gente humilde y laboriosa. Allí, el visitante puede encontrar además de las bellezas naturales y paisajísticas que lo rodean, la cálida sonrisa de sus moradores y su tradicional hospitalidad .
San José fue una comarca rica por la producción de granos, así lo atestiguan las trilladoras que se divisan desde la carretera. En otrora, en estas tierras se cultivaba el trigo y la avena. (Foto: Rafael Altuve)
A dos horas de Ejido se encuentra San José del Sur, a una altitud de 2 mil 324 metros sobre el nivel del mar y una temperatura promedio de 15 grados centígrados. Es un pequeño poblado que se erigió como parroquia del municipio Campo Elías en 1992.
Para llegar a este mágico lugar se parte desde la carretera Panamericana, específicamente desde el sector La Variante. Allí, luego de atravesar el río Chama por un puente metálico de un solo canal, se comienza a ascender por una carretera asfaltada hasta llegar a la planicie de Tierra Negra, la cual constituye un mirador natural para observar la majestuosidad de la Sierra Nevada, pero además sirve de escenario para los amantes de los parapentes, quienes se lanzan al vacío con sus alas multicolores, desafiando las alturas sobre el Valle del Chama.
Desde este mágico lugar, se parte a través de una travesía y en el trascurso de la misma se pueden observar las huellas del pasado, cuando en la época colonial estas tierras cultivaban trigo. Además, durante el recorrido, el foráneo puede deleitarse con las ruinas que en el pasado sirvieron de casas hechas de adobe y tierra pisada, que hoy día sirven para el deleite de los visitantes.
Los hombres de San José, aparte de la agricultura que realizan en las laderas, utilizan riego para la producción de hortalizas, y además se dedican a la elaboración de artesanía, cestería y cerámica de barro, mientras que las mujeres se dedican al quehacer diario. (Foto: Pedro Molina)
En la entrada a San José se encuentra una posada muy acogedora por sus largos corredores, ventanales de madera y altillo, que de la bienvenida a los viajeros y los invita a adentrarse hasta el poblado.
Sus cortas y asfaltadas calles -empedradas en otros tiempos-, encierran una pequeña e inclinada plaza, alrededor de las típicas viviendas coloniales del siglo XIX, las cuales conducen al visitante a la capilla y a un mini parque recreativo acondicionado con kioscos, dispuestos con las comodidades necesarias para pasar momentos de sana diversión. (Prensa OCI/Elianira Gutiérrez. Fotos: Rafael Altuve)
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