Un nuevo deslizamiento de tierra reaviva el pánico en Río de Janeiro

Escombros. Un hombre trata de caminar en medio de los escombros que dejaron las fuertes lluvias en Río de Janeiro.- EFEEL PAIS.com



Dos excavadoras retiran escombros en una favela de la localidad de Niterói, a unos 15 kilómetros de Río de Janeiro.- REUTERS



Muertos en las aceras. Un grupo de personas observa tres cadáveres recuperados en la zona de Morro dos Prazeres, Río de Janeiro.- AP


Dolor. Una mujer llora, el 6 de abril, ante el cuerpo de un pariente suyo que murió como consecuencia de las riadas provocadas por las fuertes lluvias en Río de Janeiro (Brasil).- EFE



***Las víctimas se elevan a 161 y los equipos de socorro creen que puede haber más de 200 personas sepultadas

Un nuevo deslizamiento de tierra a última hora de ayer en la favela Morro do Bumba, ubicada en el municipio Niteroi, ligado a Río de Janeiro a través de un largo puente que atraviesa la Bahía de Guanabara, ha sepultado un conglomerado de 60 viviendas y se calcula que unas 200 personas aun podrían estar atrapadas bajo el barro y los escombros. Según el cuerpo de bomberos, es prácticamente imposible que pueda haber supervivientes.


Se trata del último episodio de un rosario de tragedias que desde el lunes azota el Estado de Río de Janerio, bajo lluvias torrenciales, enormes inundaciones, deslizamientos de tierra y derrumbamientos de casas. Como siempre, la peor parte se la llevan los más pobres, y en Río los pobres viven en las favelas.


Tras esta desagracia, el saldo de víctimas mortales sube a 161, pero lo previsible es que esta cifra aumente considerablemente en los próximos días. De hecho, las esperanzas de encontrar cuerpos con vida en el Morro do Bumba son tan escasas que los equipos de rescate ya están trabajando con palas mecánicas y no manualmente.

La tierra se traga la favela

Según la alcaldía de Niteroi, las casas afectadas fueron construidas sobre un antiguo vertedero, de manera que al recibir la avalancha de tierra y agua las viviendas se hundieron en un amasijo de desechos y fango. Las imágenes aéreas impresionan: en un cerro poblado de vegetación se distingue una gran lengua de tierra que se ha tragado parte de la favela.

Durante las primeras horas tras el siniestro, los bomberos lograron rescatar 56 personas con vida, entre ellas ocho niños de una guardería que funcionaba en la zona. En todo el estado de Río, más de 160 heridos de diversa gravedad se han contabilizado desde el lunes y unas 15.000 personas han tenido que abandonar su vivienda. Diversos barrios de la capital -principalmente los más pudientes- recobran poco a poco su ritmo de vida habitual. La preocupación se concentra ahora en las favelas donde sigue existiendo el riesgo de derrumbes, ya que la tierra continúa húmeda.

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