Jessica reposa en su última morada



**** El cadáver de la joven esposa de Edwin Valero fue llevado al cementerio Cristo Rey, en el sector Onia donde recibió cristiana sepultura. Por primera vez, su cónyuge no estaba a su lado.

Judith Vega
Fotos: Benjamín López/Rolando González

Una gran caravana de vehículos salió de la sala funeraria donde fue ingresada a las 10 de la noche del pasado lunes. La multitud se ubicó en vehículos de amigos y familiares de la malograda mujer, quien consiguió la muerte a manos de su adorado esposo: Edwin Valero.

El cortejo fúnebre estaba encabezado por una comisión de la Policía de Mérida, luego un nutrido grupo de motorizados, dos carros fúnebres, en uno de ellos yacía el cuerpo inerte de Jessica Carolina adornado por las múltiples coronas y ramos de flores con las que los habitantes de El Vigía la honraron y la acompañaron bajo el sol abrazador de la zona hasta el lugar previsto para su descanso eterno.

Poco a poco, su ataúd fue bajada ante la mirada inocente de sus menores hijos. La niña, en los brazos de una tía de Jessica y a su lado, su hermanito. Los niños, por su corta edad, no entienden la magnitud de la tragedia, ni tienen idea del futuro que les espera sin sus padres, pese al cariño que le prodigan sus familiares maternos.

Su progenitora, Mary Sorani Finol, sostenía en sus manos un pañito amarillo con el que enjugaba sus lágrimas por la pérdida de “mi estrella”, así la llamaba, “mi muchachita”. Ante las desgarradoras expresiones de dolor de la madre, los presentes no podían ocultar las lágrimas.

Una vida perdida cuando comenzaba a ser adulta: apenas tenía 22 años y la mitad de su existencia estuvo al lado del hombre que amó hasta la muerte.

Culminado el ritual fúnebre, la gente se fue alejando poco a poco. Allí por fin, descansa Jessica, quien por primera vez no tenía a su lado al hombre que la hizo mujer, le dio dos hijos, la hizo llorar, sufrir y le quitó la vida.

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