Todo proceso científico debe llevar el sello de la dignidad humana

En plena ponencia sobre Bioética y Sociedad en la sede de la Academia de Mérida

Dr. Ricardo Contreras, profesor de filosofía de la ciencia y la química inorgánica, de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Los Andes.

Danilo Figueroa/Prensa ULA
Fotos: Ramón Pico

El químico estadounidense Van Rensselaer Potter acuñó, en la década de los 60, el término Bioética para referirse a una nueva disciplina filosófica. La intención fue abrir el discernimiento sobre los grandes problemas de esta sociedad postmoderna, como lo son: el cambio climático, los efectos del desarrollo científico y tecnológico, el aborto, la eutanasia, la conservación del ecosistema, la contaminación ambiental, las técnicas de reproducción humana y la ingeniería genética.

Para conocer sobre la evolución y vigencia de esta disciplina, la Academia de Mérida recibió en su sala principal, al doctor Ricardo Contreras, quien desarrolló su visión de la Bioética y la Sociedad en una ponencia de gran valor documental. Contreras quien es profesor de filosofía de la ciencia y la química inorgánica, de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Los Andes, contrastó las rutas transitadas de la bioética en nuestro planeta.

“Los bioeticistas han tomado la iniciativa de encauzar la divulgación eficiente y acertada a la población, a los fines de que ésta, en el momento de tomar una decisión, produzca la ajustada en el marco legal, en el marco social y en el cultural”.

La necesidad de la raza humana de lograr una mayor proyección de vida, de dominar las enfermedades y un predominio de la salud son objeto de una gran preocupación y estudio. Contreras considera que la investigación científica tiene un alto componente ético junto a las poderosas herramientas que los científicos poseen, por ejemplo en el campo de la ingeniería genética.

“Podemos llegar a modificar, en algo tan íntimo como los es el patrimonio genético de una planta o de un ser vivo. Hoy día hacemos transgenia y podemos intervenir en la creación de animales superiores como lo fue el caso de la oveja Dolly y otros seres vacunos”.

Frente a estos avances, los grupos de investigación estamos llamados a aplicar una reflexión bioética. De hecho, el Consejo de Desarrollo Científico, Humanístico y Tecnológico de la Universidad de Los Andes (Cdcht), tiene una Comisión de Bioética, capaz de activar espacios de reflexión, cuando los científicos estén proyectando los alcances de sus investigaciones y su impacto en el ámbito social.

Ciencia y Teologías

Las doctrinas religiosas pudieran funcionar como una especie de bloque o muralla de resistencia, frente a muchos casos de avances de la ciencia donde estaría en juego la esencia del ser humano. Al respecto, Contreras aduce que las iglesias, y en el caso de la católica, tienen muchos años reflexionando en el campo de la Bioética, De hecho, hay maestrías y doctorados en varias universidades católicas de España sobre la reflexión de la bioética.

“Desde el punto de vista religioso, lo que la Iglesia quiere es compatibilizar el pensamiento y la doctrina teológica con el centro de la bioética, que es, sencillamente, la dignidad de la persona humana. El propio Juan Pablo I, expresó, en su encíclica “Fides et Ratio”, que los científicos deberíamos orientar nuestras investigaciones hacia horizontes sapienciales, donde el desarrollo científico se centre en el ser humano”.

Concluye Contreras que no se puede “cosificar” al ser humano con experimentaciones que atenten contra su dignidad. Cree que existe una compatibilidad de integración de las doctrinas teológicas y el fenómeno del desarrollo científico y tecnológico.
Finalmente, dijo que todo pasa por centrarse en una ruta coherente con vías al progreso social, progreso económico y el mismo proceso global, es decir, el hombre en su relación consigo mismo, con su prójimo y en una justa administración de su relación con el medio ambiente que le sirve de sustento.


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