OPINION



La Universidad Siempre

LA CRISIS HOSPITALARIA

Carlos Guillermo Cárdenas D.

La crisis hospitalaria ha adquirido una magnitud realmente preocupante. El colapso presupuestario ha tocado de manera profunda partidas para la adquisición de materiales e insumos fundamentales para la vida asistencial del Hospital Universitario de Los Andes. El hospital siempre ha estado en situación precaria, pero la actual trasciende cualquiera de las anteriores. El director del hospital autorizó hace días la adquisición de diez unidades (kit) para realizar procedimientos endovasculares percutáneos en pacientes con infarto de miocardio en la fase temprana. Cuando se habló con la administradora respondió que no se disponía de recursos para adquirir ni una unidad. Desde hace 9 meses no se compran insumos ni materiales para el Laboratorio de Hemodinamia de Cardiología. Excepto el programa de atención de niños con cardiopatía congénita que recibe fondos directamente de la administración central, los demás programas están afectados seriamente.
La semana pasada se informó que los seis equipos de rayos X que dispone la Unidad de Radiología, ninguno está operativo. Tampoco se disponía de líquido revelador de las placas de rayos X. El tomógrafo está funcionando a media máquina. El resonador magnético, instrumento o equipo de invalorable resolución diagnóstico para complejas enfermedades, aun no termina de arrancar. Igual consideración se puede hacer con la adquisición del tomógrafo multicorte.
El personal médico de Trauma-Shock, con una mística de trabajo, dedicación y entrega total, ha visto mermada la actividad por la falta de insumos para atender al paciente críticamente enfermo. No se disponía ni de solución fisiológica para la limpieza de los tubos endotraqueales.
El Hospital Universitario de Los Andes, que considero sigue siendo el hospital venezolano con mayor fortaleza y capacidad de respuesta ante la creciente demanda de atención, lo salva el estupendo recurso humano médico y paramédico que labora con mística, dedicación y empeño. El cuerpo de residentes de las distintas especialidades clínicas y quirúrgicas está integrado por los mejores médicos egresados de nuestras escuelas de medicina en las distintas promociones.
A través de información confiable se tuvo conocimiento que el Ministerio de Salud y Desarrollo Social no renovó los contratos de servicio de mantenimiento de los equipos de los hospitales del país. Este aspecto muy delicado y de enorme repercusión en el funcionamiento y operatividad de las unidades docente asistenciales, puede convertirse en un bumerán.
La reciente visita que realizamos a la Junta Directiva de la Cámara de Comercio e Industria con la finalidad que los recursos o impuestos que la empresa y el comercio deben cancelar al fisco por concepto del 0.5 % de los ingresos brutos, de acuerdo a la Ley de Ciencia y Tecnología, fuesen dirigidos a FUNDAULA para reforzar el programa de atención a enfermos con infarto agudo de miocardio y síndrome coronario agudo, abre una esperanza al programa. Sobre este particular, el Instituto de Investigaciones Cardiovasculares y el Servicio de Cardiología han implementado un programa de atención al paciente con cardiopatía isquémica que puede ser modelo para todo el país. Sólo se requieren los recursos para adelantarlo.
Es indudable que el centralismo decretado en el país ha tenido un impacto muy negativo en los programas asistenciales. Todo se decide a nivel central. La capacidad de respuesta de un director de hospital es actualmente muy limitada y reducida. Por mucha voluntad de trabajo y deseo de resolver los innumerables problemas que agobian al Hospital Universitario de Los Andes, que es el caso del director actual de la institución hospitalaria, doctor Alexander Méndez Parra, no dispone de la autonomía necesaria ni el poder de decisión para responder oportunamente en la solución de las deficiencias.
A todo lo anterior se añade la inmensa crisis presupuestaria que agobia a la Universidad de Los Andes, el otro socio importante en el funcionamiento del Hospital Universitario de Los Andes, que ni para comprar un toner de una impresora dispone recursos.
¿Qué hacer ante este drama tan deplorable?. ¿Esperar que el valor del barril de hidrocarburo aumente de nuevo?. ¿Esperar una solución salomónica de la alta gerencia del Ministerio de Salud para amainar la crisis hospitalaria?.
Se nos dijo hace unos meses que la crisis no afectaría los programas sociales para la vida del venezolano. La realidad ha sido diametralmente opuesta. Como en ninguna época pretérita, la crisis corroe los cimientos de la salud y la educación.

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